El primer milagro, atribuido a María Bernarda, que dio pie a su beatificación, sucedió en 1969 cuando por su intercesión la niña Liliana Sánchez de quince días de nacida, se le reconstruyeron los huesos de la bóveda craneal, con los cuales no había nacido.3 De esa manera el 29 de octubre de 1995, fue beatificada por el papa Juan Pablo II.