Sorprendidas por el Espíritu que quiere hacer nuevas todas las cosas, y que quiere renovar nuestros corazones y reavivar el encanto de nuestra fe y de nuestra vocación, nos hemos anticipado a “abrazar el futuro con esperanza”, soñando el fascinante panorama de la re significación. Éste, lo hemos vislumbrado a través de estas llamadas que brotan de nuestras convicciones bíblicas, eclesiales y carismáticas. Dejémonos atraer por su dinamismo, a fin de mantener viva la llama de nuestra pasión por Jesucristo y su Reino, y asegurar la pervivencia del Carisma como una propuesta alternativa de sentido que atraiga, plenifique y produzca paz y bien, desde:
- La familiaridad con la Palabra de Dios.
- La primacía del Evangelio.
- La vuelta al primer amor.
- La espiritualidad Mariana centrada en el Fiat de María
- La fuerza inspiradora del carisma.
- El dinamismo espiritual y la audacia misionera de la Madre Bernarda.
- La salida misionera hacia las periferias existenciales.
- La profecía de la comunión, la alegría, la esperanza y la paz en medio del conflicto.
- La mística de la ecología y la minoridad.
- El encanto de la caridad fraterna.
- El mutuo cuidado y el acompañamiento sanador.
- El paradigma de la misericordia y la itinerancia.
- La circularidad en los servicios y ministerios.
- El aligeramiento de las estructuras.
- La consolidación de la Familia Carismática con los laicos y la intercongregacionalidad.
- La civilización del amor en la familia.
- La presencia femenina que nutre, fermenta y expresa el corazón materno de Dios.